En unos días mi abuela Mimi cumple 84 años. No es un número redondo, de esos especiales, pero ya lleva un tiempo dando vueltas a cómo celebrarlo este año. Y es que lo que más le gusta es reunirnos a todos, a sus cinco hijos e hijas, con sus respectivas parejas y 13 nietas y nietos, en total, 24. Da igual si es una comida, una merienda o un simple café, en casa o fuera, lo importante para ella es juntarnos a todos y vernos disfrutar.
Eso es lo que más me gusta de mi abuela, sus ganas de vivir, de reír y de divertirse. Y yo me pregunto, cuántas veces hemos dejado de celebrar nuestro cumple o alguna otra ocasión importante porque no había nadie o caía entre semana, y hemos pensado, ya lo celebraremos el mes que viene…
Su actitud nos enseña que no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer hoy. Que da igual que sea una fiesta improvisada, que los manteles no peguen con las servilletas o que no haya sillas para todos. A veces damos tanta importancia a los detalles que nos olvidamos de lo fundamental, de ser felices, como ella.
