Nuestro último post antes de las vacaciones de verano es una oda a nuestra profesión, muchas veces, poco valorada, aunque para nosotras, muy gratificante.
Porque está claro que nuestra presencia no es imprescindible… Como tampoco lo es la de un fotógrafo si tus invitados te sacan las fotos, ni la del oficiante si a tu primo le encanta hablar, ni la del DJ si pones un pendrive o una lista de Spotify, ni la de una maquilladora si tú sola te arreglas de maravilla, etc. No, nada de esto es necesario para que celebréis vuestra boda, pero la labor de los profesionales en cada materia hará que el resultado sea mil veces mejor, de eso tampoco tengo duda.
Por eso hoy queremos resaltar nuestro trabajo. Ese que tan poco se ve, pero que –por fortuna– los que pasáis por nuestra manos, tanto agradecéis. Porque estamos ahí detrás todo el rato, llevándoos de la mano en ese proceso tan ilusionante para vosotros.
Os aconsejamos desde nuestra experiencia, os damos ideas, tomamos las decisiones que a vosotros os quedan grandes, y hacemos que no os deis cuenta de esos problemas que siempre surgen a última hora o incluso el día de vuestra boda. Me encanta cuando después del gran día os cuento algunas complicaciones de última hora y alucináis porque nadie se dio cuenta… Para eso estamos precisamente, para que todos disfrutéis sin pensar en nada más. Para eso necesitáis una organizadora de bodas, para vuestra tranquilidad, para disfrutar con vuestros seres queridos de vuestro día especial…
