Atrás quedaron las tradicionales listas de boda en grandes almacenes como El Corte Inglés u otras tiendas clásicas de muebles y decoración para el hogar. Y surgió la comodísima (pero para algunos vulgar) idea de dar directamente un número de cuenta donde depositar la cantidad que cada invitado tuviese a bien aportar.
Ante esta “necesidad” comenzaron a crearse páginas de “listas ficticias” que cada pareja puede personalizar con sus gustos –no solo con jarrones de porcelana, también con etapas del viaje de novios o cenas en restaurantes–, de forma que cada invitado puede comprar el regalo que quiera y dejar un mensaje personal a los novios. Aunque, al final, lo que la pareja recibe es directamente el dinero (menos, claro está, los gastos de gestión).
Y ahora vamos un paso más allá con las webs (como www.myregistry.com o www.blueprintregistry.com) en las que se puede crear una lista de boda (o de cualquier otro tipo de evento) añadiendo productos o servicios que se pueden encontrar en portales como Amazon, Ikea, Macy’s, West Elm, etc.
Genial, ¿no? Yo, desde luego, no tardaría mucho en llenar mi wish list, ¿y vosotros?