Esta tradición, tan arraigada en nuestra sociedad, de decorar los espacios en la época navideña también ha llegado a Panateneas, pero no sin reflexionar sobre su origen y significado y aportar un poquito de nosotras.
En realidad, la costumbre de decorar las casas con plantas de hoja perenne –como el pino, el abeto o el acebo– simbolizando la vida eterna, se remonta a tiempos antiguos. Y cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa y vieron que sus habitantes decoraban sus árboles, decidieron copiarlo y situar el nacimiento de Cristo en la misma fecha en la que ellos celebraban el nacimiento del Sol o de su Dios, el 25 de diciembre. Los adornos que utilizaron y que, de una forma u otra, seguimos usando hoy en día, fueron la manzana, símbolo del pecado original; y la vela, como representación de la luz de Jesucristo. Un poco de religiosidad entre tanto paganismo adaptada en forma de bolas y luces de colores.
En la actualidad también colocamos lazos, imagen de unión entre los seres queridos, estrellas que guían nuestras vidas, campanas e instrumentos musicales, piñas y un montón de adornos que carecen de significado religioso como papás noeles, renos o muñecos de nieve. Pero incluso los colores de los adornos representan diferentes principios evangélicos; así el azul es símbolo de arrepentimiento, el dorado de alabanza, el rojo de petición y el plateado de agradecimiento.
En Panateneas queremos añadir un elemento nuevo a nuestro árbol dándole un toque espiritual: nuestras mariposas artesanales. Los griegos creían que cuando una persona exhalaba su último aliento, su alma abandonaba el cuerpo volando en forma de mariposa. Estas representan la capacidad del alma de renacer, por eso hoy queremos incorporarlas a nuestro árbol de Navidad como elementos decorativos en recuerdo de todos los que nos faltan. ¿Queréis una?