Además del título de un libro sobre ecología emocional, «Juntos pero no atados» es la moraleja de una de las leyendas de la famosa activista sioux Zitkala-Ša. Cuenta cómo una joven pareja de enamorados tenía miedo de que su amor se rompiera, por lo que decidieron visitar al chamán de su poblado.
Este le pidió a ella que subiera a lo alto de la colina y cazara al halcón más fuerte y hermoso; y a él que cogiera el águila más salvaje que viera. Después ambos deberían llevarlos vivos al poblado al tercer día tras la luna llena y atarlos con una tira de cuero por las patas de forma que quedasen uno atado al otro. Luego tendrían que soltarlos para que volasen libres. El resultado fue que cuando las aves intentaron alzar el vuelo, cayeron una y otra vez. Y frustradas y enfadadas empezaron a picotearse.
El Chamán las soltó y les dijo a los jóvenes, si os atáis el uno al otro, aunque sea con amor, lo único que conseguiréis es arrastraros, lastimaros y ser infelices. Para que el amor perdure hay que volar juntos bien alto pero nunca atados. Porque el verdadero amor une pero no encadena.
Ni medias naranjas, ni dependencia emocional. Esta es la conclusión de esta bonita leyenda. Porque el amor ha de ser libre y respetuoso, sin limitaciones, ni ataduras. Simplemente como la suma de dos individualidades completas que juntas son felices.