Hoy en día, cuando fallece uno de nuestros seres queridos, lo más común sigue siendo la celebración de un funeral religioso, aunque la elección de un funeral civil va abriéndose paso. Se trata de una opción que poco a poco algunos ayuntamientos empiezan a promover. Sin embargo, solemos ser los allegados quienes, de forma improvisada, asumimos la responsabilidad de realizar una ceremonia de despedida en el tanatorio o en un lugar significativo, encargándonos de toda la organización que conlleva esta despedida carente de ritual en un momento de profunda tristeza.
En el fondo, es habitual que durante los primeros días nos sintamos perdidos y que, ante un acontecimiento tan importante como un funeral, necesitemos a alguien que nos acompañe desde el respeto y la empatía.