Se acerca San Valentín y me parece un momento muy apropiado para hablar sobre el amor romántico y sus mitos. Y para ello me voy a valer de la típica frase: «Y vivieron felices, y comieron perdices», con la que acaban los cuentos de príncipes y princesas. De dominadores y sumisas, de hombres fuertes VS mujeres vulnerables. Princesas de cuento con caracteres delicados que viven por y para sus amados. Frente a ellas la figura del príncipe azul que protege a su princesa y la amará para siempre… Y qué tendrá esto que ver con la vida real, os preguntareis… Pues que esta simple frase esconde detrás mitos muy peligrosos que perpetúan el machismo y la desigualdad entre hombres y mujeres. ¿Por qué?
Para empezar (y me sigo sirviendo de mitos y frases hechas), porque los seres humanos no estamos predestinados a encontrar un “alma gemela” o “una media naranja”. Esa concepción tiende a hiperidealizar al otro pensando que nunca se encontrará a otra persona igual. Porque tampoco es cierto que solo se pueda sentir el amor “de verdad” una sola vez en la vida. Porque el amor no se exige, ni se mendiga. El amor se construye entre dos (o tres o los que se quiera). Porque la pasión eterna no perdura por los siglos de los siglos. Ni estar en pareja es algo “natural”. Porque el amor no lo puede todo. Por el hecho de amar, los problemas no se van a solucionar solos. En esto el cine ha hecho tantísimo daño… Porque el “amor verdadero” no es una tragedia griega constante. Ni los celos son sinónimo de amor, si no de pertenencia e inseguridad. Y generan comportamientos egoístas y a veces violentos.
Y así podría seguir con una larguísima lista de frases típicas sobre el amor… Pero en definitiva todo se resume en que el amor romántico y su concepción provocan dolor porque ni es eterno, ni perfecto, ni maravilloso, ni nos viene a salvar de nada. Pero entonces, ¿qué es el amor?
Sobre todo el amor es respeto, por el otro y por uno mismo. El amor es confianza y compromiso. Es dar espacio al otro y –al mismo tiempo– compartir proyectos (desde unas simples vacaciones, hasta la compra de un piso o tener hijos). Es creatividad, placer y diversión, es complicidad y empatía. Esto es lo que llaman el amor maduro…