Si algo me ha fascinado siempre de la Edad Media es su arquitectura religiosa. Me sigue asombrando el ingenio de los maestros en la construcción de las grandes catedrales góticas como la Catedral de Burgos, la de Ávila o la de León (por poner algunos ejemplos cercanos) con sus bóvedas de crucería y el ingenio de los contrafuertes. Pero, sobre todo, me fascina el Románico. El Románico es mucho más que un estilo artístico. Fue un fenómeno cultural, un modo específico de pensar, de sentir y de vivir que se fue construyendo en la Cristiandad occidental a lo largo de los siglos X y XI.
En lo que respecta al arte, llaman la atención sus soluciones arquitectónicas: los arcos y ventanas de medio punto y abocinadas, las bóvedas de cañón, los canecillos, etc. Que dieron lugar a sencillas y hermosas ermitas que se presentan, para mi, como lugares emblemáticos para celebrar una ceremonia religiosa.
Por desgracia, en el País Vasco, aunque debieron ser muy abundantes, se conservan pocas reminiscencias de aquella época. En Bizkaia destacan la pequeña ermita de San Pedro de Abrisketa, en Arrigorriaga; la de San Miguel de Zumetxaga, en las laderas del monte Jata, exponente del románico tardío en el País Vasco; o la de San Andrés de Astigarribia, en Mutriku, que conserva incluso una ventana prerrománica.
En Bakio tenemos San Pelayo, una ermita del siglo XII que se conserva prácticamente intacta. Allí se casaron hace unos años Shauna y Khai Phang, rodeados de sus familiares y amigos más cercanos en una ceremonia muy íntima.
Otra ermita que fue escenario de una de nuestras bodas hace unos años, la de Miren y Koldo, fue la de Andra Mari (Santa María) de Lemoiz. También data del siglo XII y conserva algunos elementos románicos como su portada.
En Gipuzkoa apenas quedan restos visibles del románico, únicamente alguna ventana o columnas en iglesias más modernas. Sí destaca, aunque de época más tardía, la ermita de Santa María de la Antigua de Zumarraga, ejemplo donde los haya del románico tardío vasco.
Mientras que la provincia de Álava cuenta con la mayor representación de este estilo en Euskadi. Por citar solo algunas, hay que destacar la basílica de San Prudencio de Armentia, de la segunda mitad siglo XII. Aunque debió ser un gran exponente del románico el templo fue reformado drásticamente en el siglo XVIII quedando trastocados sus elementos decorativos y arquitectónicos del siglo XII, de tal manera que sólo se puede conjeturar con algunos de sus elementos como las esculturas.
En la frontera de Álava con Burgos se levanta la pequeña ermita de Santa María de Tobera, del siglo XII, con sus famosos capiteles de figuras. Y, aunque perteneciente a Burgos, en el Condado de Treviño, La Purísima Concepción de San Vicentejo (del mismo siglo que la anterior) sobresale por su impresionante ábside. Y claro, no podemos olvidarnos del maravilloso Monasterio de Nuestra Señora de Estíbaliz, en Vitoria, una auténtica joya del románico.
Aunque lo cierto es que los mejores conjuntos del románico en España se concentran en Castilla y León, La Rioja y Navarra como parte del Camino de Santiago, con un montón de ermitas, iglesias rurales y otras joyas que podrían ser el escenario perfecto para vuestra ceremonia de boda. Si queréis saber más, próximamente le dedicaremos otro post. De momento, nos quedamos con las de aquí. Contadnos, ¿os atrae la idea de celebrar vuestra boda en una iglesia románica?