La pandemia que hemos vivido nos ha obligado a cambiar nuestras formas de celebrar, mostrándonos que otros modos, más íntimos, son posibles. A veces nos ponemos a hacer la lista de invitados y no tenemos límites, ¿os suena? Pero si nos dicen (como ha pasado en los últimos meses durante el estado de alarma sanitaria) que solo podemos invitar a 25 o 30 personas, yo creo que lo tenemos claro. Porque todos sabemos quiénes son nuestros seres queridos más cercanos, aquellos que no pueden faltar bajo ninguna circunstancia.
Por eso hoy os hago una pregunta: ¿bodas íntimas o multitudinarias? ¿Seguís creyendo que es necesario invitar a toda esa gente que no está en vuestra lista de primordiales? Y me diréis, ¡sí! ¡Porque son la alegría de la fiesta! Los primos, los grupos de amigos del colegio o de la universidad, los compañeros del trabajo, etc.
Pues yo hoy abogo por bodas más íntimas. Claro, no de 20 o 30, pero de no más de 60 personas, en las que se pueda atender mejor a cada invitado, haciéndole partícipe de la boda. Con bolsitas de bienvenida personalizadas y mesas corridas que dan esa sensación de cercanía. También para la ceremonia se puede buscar un sitio más espectacular o con significado especial como un bosque, un faro o un embarcadero, donde definitivamente no caben muchas personas. Como Shauna y Khai Phang que hicieron subir a todos sus invitados a San Juan de Gaztelugatxe. O terminar la ceremonia con un brindis como fue el caso de Hannah y Sean.
Las bodas más pequeñas también permiten invertir más en comida de calidad (que a veces nos olvidamos de eso y elegimos cualquier menú que cuadre en el presupuesto) y en otros detalles más personales. Contadme, ¿qué me decís?