Nuestra entrada de hoy es una llamada de atención a esa sociedad del siglo XXI, que vive en una vorágine consumista de bienes materiales pero que le cuesta tanto pagar por un servicio. Es decir, si cuando uno va a la frutería no cuestiona al dependiente que el kilo de naranjas esté a 1€, ¿por qué sí lo hace con los servicios de otros profesionales? ¿Por qué pedimos decenas de presupuestos a decoradores, fotógrafos o diseñadores gráficos esperando que sea mucho más barato que el anterior? Porque en realidad no sabemos valorar el trabajo que hay detrás.
Se trata de servicios no tangibles muy difíciles de presupuestar, en primer lugar porque son trabajos personalizados y ningún cliente es igual que el anterior, y en segundo término porque es imposible saber el tiempo real que te llevará hacer ese encargo y las complicaciones o imprevistos que pueden surgir. Por poner un ejemplo, el trabajo de un fotógrafo de boda no es únicamente ir al evento y disparar. Hay un antes y un después. Hay una relación previa con la pareja, a veces incluso varias sesiones de fotos para quitar el miedo a la cámara, y una labor posterior de selección, retoque y maquetación que supone muchas horas de trabajo.
En nuestro caso, es parecido, sólo que el antes es lo más importante. Son varios meses de esfuerzo para conseguir que sea un gran día para su o sus protagonistas. Y claro, nuestro tiempo y dedicación también tienen un precio que depende de varios factores. Por eso nuestros presupuestos son personalizados. Cuando la gente nos escribe diciendo que se casa el 7 de septiembre y que quiere saber el precio de nuestros servicios, ¡no podemos darle un precio sin más! Necesitamos saber dónde, el tipo de ceremonia, el número de invitados, qué quieren incluir, etc. Y es que al final, el contenido del servicio se pierde porque la sociedad sólo piensa en el dinero y no en la calidad o el resultado final. Se antepone la ganga a la profesionalidad.
Y ya puestas a llamar la atención, y aun a riesgo de parecernos a nuestras abuelas, nos gustaría decir algo sobre esa educación que se ha perdido o que nunca existió. ¿Es tan difícil decir buenos días o dar las gracias? ¿Cuesta tanto responder a un email? Pensamos que Internet nos oculta y despersonaliza, pero detrás de las pantallas hay alguien esperando una respuesta.
Merychus
Teneis toda la razón,no damos valor a esas cosas,preguntamos a ver si encontramos lo más barato,incluso a veces poniendo en practica las ideas que nos dierón otros,pero otras veces creemos en el trabajo de la gente y no miramos más y nos timan.