Tras el verano retomo mi costumbre de escribir un post semanal en el blog de Panateneas. Y hoy quiero compartir con vosotros mi último «sufrimiento» bodil…
Está claro que hay que cosas que son incontrolables (por más que una Wedding Planner pretenda controlarlo todo): este tiempo tan inestable que tenemos en el norte de España, que algún invitado falle a última hora, que los músicos se pierdan para llegar a la ceremonia o que alguien se ponga enfermo de repente, por poner solo algunos ejemplos. Pero lo de la boda de Anett y John ha sido surrealista… Toda la familia del novio tenía que viajar desde Florida en pleno azote del huracán Irma. No sabéis cuantas noches hemos pasado en vela pensando, primero, en que no les pasara nada, y segundo, preguntándonos si conseguirían llegar a La Rioja o el pobre John se casaría sin la presencia de sus padres, hermanos y resto de familiares y amigos.
Una vez confirmado que todos estaban bien y que sus casas no habían sufrido daños graves, fueron días de locura, de cancelaciones, retrasos y reubicaciones en cualquier avión que volara hacia Europa. Hasta el día anterior no pudimos confirmar el número exacto de asistentes porque algunos seguían retenidos en los aeropuertos. Y aunque al final no pudieron estar todos, fue una boda preciosa y muy emotiva. Y no puedo dejar de agradecer la comprensión mostrada por todos los que formaron parte de este día, especialmente en La Vieja Bodega de Casalarreina donde se portaron genial.
Con esta historia solo quiero mostraros que nuestro trabajo va más allá de la búsqueda de profesionales que hagan especial vuestro día. Es una relación mucho más profunda con los novios y con los invitados, en especial en este tipo de bodas de destino en las que durante meses vas creando un vínculo especial con personas que están lejos y que confían plenamente en ti. Personas tan agradecidas que te hacen regalos e invitan a sus casas de corazón. Ha sido un placer ser parte de este día que como en los cuentos, terminó con final feliz. ¡Qué vivan los novios!